La ley salvadoreña que establece un marco legal para la emisión de activos digitales fue aprobada el pasado miércoles (11).
Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, anunció que el país planeaba emitir bonos públicos que remunerarían a sus inversores con bitcoin, “¡incluso extraídos de la energía de los volcanes!” en noviembre de 2021. Bajo una lluvia de fuegos artificiales, el gobernante salvadoreño informó al público en una conferencia que su gobierno construiría “Bitcoin City” financiada por los audaces bonos, que se conoció como “Bitcoin Volcano Bonds”.
Los Volcano Bonds recaudarían un total de 1.000 millones de dólares. La mitad del monto se destinaría a la compra de bitcoin, y la otra mitad financiaría la construcción de la infraestructura de la ciudad, incluida la construcción de una planta generadora de energía geotérmica a partir de un volcán local, que también se utilizaría para impulsar un proyecto de minería de bitcoin.
Los bonos públicos remunerarían a los inversionistas en base a una tasa fija en dólares. Después de 5 años, el país comenzaría a vender los bitcoins adquiridos para pagar bonificaciones a los inversionistas por la eventual ganancia en la apreciación de la criptomoneda. Esto permitiría a los inversores institucionales que no están autorizados a invertir directamente en criptomonedas estar expuestos a bitcoin a través de un instrumento de renta fija.
La expectativa era que los títulos comenzaran a cotizarse a principios de 2022, pero varios problemas frustraron los planes de Bukele. La escalada de tensiones en Ucrania hacia una invasión de Rusia aumentó la aversión al riesgo de los inversores globales, lo que se vio acentuado por las constantes subidas de tipos de interés por parte de la FED (el banco central de EE.UU.).
El proyecto de ley que acaba de ser aprobado fue presentado en noviembre pasado por la ministra de Economía de El Salvador, María Luisa Hayem Brevé, y era un paso necesario para permitir la emisión de los bonos. Esto se debe a que serán tokens emitidos en Liquid Network, una cadena lateral de Bitcoin desarrollada por Blockstream. La ley crea la Comisión Nacional de Activos Digitales, que será el organismo encargado de fiscalizar el sector.
Maximalismo e hiperbitcoinización
El Salvador está jugando el juego maximalista. La Oficina Nacional de Bitcoin, una agencia oficial del gobierno salvadoreño, inició un hilo en el que dio la noticia diciendo que solo bitcoin sería dinero, mientras que todo lo demás serían valores o “security tokens“. Ella también se refiere al mercado de criptomonedas así, entre comillas. Esto va en línea con la estrategia de Nayib Bukele, quien optó por rezar la cartilla maximalista para ganar aceptación en la comunidad. El maximalismo de Bitcoiner es la creencia de que bitcoin es la única moneda que vale la pena, mientras que todo lo demás son “shitcoins”, sí, incluso el dólar.
Sin embargo, a pesar de las objeciones que puedan plantearse sobre los verdaderos intereses de Bukele, Blockstream y compañía, es innegable que la jugada es una jugada geopolítica audaz. Según un extenso estudio publicado por Alex Gladstein, el FMI y el Banco Mundial utilizan los préstamos que ofrecen a los países en desarrollo no necesariamente para ayudarlos, sino para enriquecer a los países ricos a su costa.
Las mismas condiciones que exigen estas instituciones para brindar “ayuda financiera” no siempre se determinan teniendo en cuenta el desarrollo del país que recibe la ayuda, sino las ventajas para otros países más poderosos. El propio FMI solicitó que El Salvador despojara a bitcoin del estatus de moneda oficial como condición para un préstamo que buscaba el país centroamericano.
Un eventual éxito de la iniciativa de El Salvador podría representar un punto de inflexión en la geopolítica mundial. Los países en vías de desarrollo, pero ricos en potencial energético, podrían encontrar en la minería de bitcoin una forma de financiación que no requiera someterse a los excesos de las instituciones financieras internacionales.
El financiamiento se obtendría directamente de inversionistas internacionales y la deuda podría pagarse con los bitcoins extraídos y su eventual apreciación. Si bitcoin tuviera un desempeño deficiente, la bonificación simplemente no existiría, poniendo el riesgo del lado del inversionista. El éxito de este esfuerzo podría allanar el camino para la llamada hiperbitcoinización, un mundo hipotético en el que bitcoin se convertiría en el estándar monetario mundial. Pronto debemos saber si esto no es más que un sueño maximalista o si llegará a buen término.